Político español, primer
presidente de la Segunda República (Priego, Córdoba, 1877-Buenos Aires, 1949).
Participó en la política de la Restauración desde las filas del Partido
Liberal, llegando a ser ministro de Fomento (1917-18) y de la Guerra (1922-23)
en sendos gobiernos de García Prieto.
Su oposición a la dictadura
de Miguel
Primo de Rivera le llevó
a declararse partidario de la República en 1930, a participar en el Pacto de
San Sebastián para derrocar a la monarquía y a presidir el gobierno provisional
que se hizo cargo del poder tras la renuncia de Alfonso
XIII, el 14 de abril de 1931.
Su presencia en aquel
gobierno representaba la adhesión al régimen republicano de sectores
conservadores, católicos y de clase media. Pero pronto entró en conflicto con
los dirigentes republicanos más avanzados: discrepó sobre todo de la regulación
constitucional de las relaciones Iglesia-Estado, hasta el punto de dimitir y
ceder la jefatura del gobierno a Manuel Azaña.
No obstante, fue elegido
presidente de la República, cargo que ejerció durante cinco años con lealtad a
la Constitución; durante el primer bienio entró en conflicto con las
predominantes fuerzas de izquierdas; pero no fue mucho mejor su relación con
los partidos de derechas que triunfaron en las elecciones de 1933
(enfrentamiento con Gil Robles, indulto al general golpista Sanjurjo contra el
parecer del gobierno...).
Tras las elecciones de 1936,
que dieron el triunfo al Frente Popular, Alcalá Zamora acabó por ser depuesto
como presidente, al haber rebasado el número de disoluciones de las Cortes
autorizado por la Constitución en un solo mandato presidencial; una vez más,
fue Azaña el encargado de sucederle. Se exilió en París y, más tarde, en Buenos
Aires.
En el balance de su actuación
política hay que destacar la voluntad de integración que demostró, aceptando
lealmente el juego democrático desde posiciones conservadoras; su aspiración de
promover una gran opción política de centro que facilitara el consenso estaba
condenada al fracaso en una época de tensiones sociales y políticas tan graves
como las que acabaron conduciendo -tres meses después de su destitución- a la
Guerra Civil.
Alcalá Zamora, famoso por su
elocuencia parlamentaria desde las Cortes de la Restauración, fue miembro de la
Real Academia Española y dejó una abundante obra escrita (Tres años de
experiencia constitucional, Los
defectos de la Constitución de 1931, Inventario objetivo de cinco años
de República...).
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