Militar y dictador español
(Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, Jerez de la Frontera, Cádiz, 1870 - París,
1930). Procedía de una familia de militares ilustres, en la que había destacado
su tío Fernando Primo de Rivera, marqués de Estella (1831-1921), héroe de la
última guerra carlista, gobernador de Filipinas y varias veces ministro de la
Guerra. Miguel ingresó en el ejército a los 14 años y desarrolló la mayor parte
de su carrera en destinos coloniales: Marruecos, Cuba y Filipinas (adonde
acompañó a su tío) fueron los escenarios que le permitieron ascender
rápidamente por méritos de guerra, de manera que en 1912 ya era general.
Vinculado por su formación al
grupo de militares africanistas, sin
embargo defendió el abandono de las colonias norteafricanas, por lo que hubo de
sufrir represalias políticas. Desde 1919 pasó a destinos en la Península, que
le pusieron en contacto con los agudos problemas sociales y políticos de la
época: fue capitán general de Valencia, de Madrid y de Barcelona.
Desde este último puesto, que
ocupó en 1922, se vio confrontado a los problemas de orden público de la ciudad
en la época del terrorismo anarquista, del pistolerismo patronal, del auge del
catalanismo, de la inestabilidad ministerial y de la descomposición del sistema
de partidos. Como reacción, Primo de Rivera enarboló sus ideales militaristas,
nacionalistas y autoritarios para dar un golpe de Estado en 1923, que puso en
suspenso la Constitución, disolvió el Parlamento e implantó una dictadura.
Con la connivencia del rey Alfonso
XIII y la aquiescencia de
buena parte de la patronal, del clero, del ejército y de las fuerzas
conservadoras, Primo de Rivera encabezó un Directorio
Militar que concentró todos
los poderes del Estado excluyendo a los políticos profesionales. Inicialmente
encontró poca resistencia, en la medida en que venía a sustituir a un régimen
desprestigiado y en que prometía una dictadura meramente transitoria inspirada
en los ideales expresados por los regeneracionistas de comienzos de siglo (como
Joaquín Costa), para restaurar el orden y desarraigar la influencia caciquil de
la vida política (incluso los socialistas le prestaron una benévola
neutralidad). Aunque formalmente se inspirara a veces en el modelo fascista de
la Italia de Mussolini, su dictadura fue más moderada y conservadora.
Durante los años del
Directorio Militar (1923-25) se limitó a perseguir a los anarquistas (cuyo
sindicato CNT fue declarado ilegal), a liquidar la Mancomunidad de Cataluña
(primer experimento de autogobierno regional), a desterrar de la vida política
a los partidos y las instituciones representativas (sustituidos por tecnócratas
conservadores, agrupados a partir de 1924 en la Unión Patriótica), a reforzar
el proteccionismo estatal en favor de la industria nacional y a fomentar la
construcción de grandes obras públicas.
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