Rey de España (Madrid, 1886 -
Roma, 1941). Hijo póstumo de Alfonso XII, durante su minoría de edad ejerció la
Regencia su madre, María Cristina de Habsburgo-Lorena, quien le dio una
educación eminentemente militar. Su reinado se inició al ser declarado mayor de
edad en 1902, con el país aún bajo los efectos de la reciente derrota en la
guerra contra Estados Unidos y la consiguiente pérdida de los restos del
imperio colonial (1898). Juró la Constitución de 1876, pero no puede decirse
que ejerciera lealmente el papel de un rey constitucional: desde el comienzo
afirmó su voluntad de poder personal y manifestó una inclinación desmedida
hacia los militares.
Continuó la política de turno
pacífico en el gobierno entre los partidos dinásticos, que se basaba en admitir
el sistemático falseamiento de las elecciones: así confió el poder a los
conservadores Silvela, Fernández Villaverde, Maura y Azcárraga (1902-05) y
luego a los liberales Montero Ríos, Moret, López Domínguez y Vega de Armijo
(1905-07).
Posteriormente el rey abrió
paso a los intentos de desmontar el caciquismo y modernizar el sistema político
desde el Gobierno por parte de los conservadores (Maura, 1907-09) y de los
liberales (Canalejas, 1910-12). Con el asesinato de Canalejas empezó a romperse
el bipartidismo por la disgregación en facciones de los partidos del turno
(gobiernos del liberal Romanones en 1912-13 y 1915-17 y del conservador Dato en
1913-15).
Aquella situación desembocó
en la quiebra del sistema de la Restauración a partir de la gran crisis de
1917, en la que se concitaron contra el régimen una huelga general, un
movimiento corporativo en el ejército (las «Juntas de Defensa») y una Asamblea
de Parlamentarios que reclamaba reformas democratizadoras al margen de las
instituciones establecidas. Después del fracaso del Gobierno de Unión Nacional
de 1918, el reinado se caracterizó por una gran inestabilidad política (con 13
cambios de gabinete) y social (aumento del terrorismo anarquista). Los
nacionalismos aumentaban su influencia y sus demandas. Y la situación colonial
se deterioraba en Marruecos con el desastre de Annual (1921).
Alfonso actuó en varias
ocasiones en su papel de representante del Estado en el exterior: en 1904
recibió en Vigo al emperador alemán Guillermo II y trató con él sobre la
cuestión de Marruecos; en 1907 se entrevistó en Cartagena, para tratar de la
situación en el Mediterráneo, con el rey Eduardo VII de Inglaterra, con cuya
sobrina Victoria Eugenia (o Ena) de Battenberg había contraído matrimonio el
año anterior; en 1913 visitó Francia para ratificar el tratado que repartía
Marruecos entre ambos países; realizó otros viajes oficiales a Inglaterra,
Francia, Alemania y Austria; y desempeñó un papel relevante en la defensa de la
neutralidad española en la Primera Guerra Mundial (1914-18).
Pero el reinado quedó marcado
por la cobertura que prestó don Alfonso al golpe de Estado del general Primo de
Rivera en 1923 y la dictadura que éste implantó, decisión que le haría perder
el Trono. Insensible a las peticiones de los presidentes de las dos cámaras de
que cumpliera sus obligaciones constitucionales, se complació en cambio en
visitar con el dictador la Italia de Mussolini (1923). Cuando, acuciado por la
oposición interna, cayó Primo de Rivera, el rey encargó formar Gobierno
sucesivamente al general Berenguer (1930) y al almirante Aznar (1931); pero el
regreso a la normalidad constitucional no era ya posible.
La deslealtad del rey y su
compromiso con la pasada dictadura produjeron un vuelco en la opinión pública,
que en las elecciones municipales de 1931 se mostró mayoritariamente
republicana. Don Alfonso suspendió el ejercicio del poder real (aunque no
abdicó formalmente) y abandonó España al tiempo que se proclamaba la Segunda
República (1931). Juzgado y condenado en ausencia por las Cortes republicanas,
el ex rey se refugió en la Italia fascista y en 1941 abdicó en su hijo Juan
antes de morir. Antes había sobrevivido a tres atentados, uno en París (1905) y
dos en Madrid (1906 y 1913). Quedó enterrado en Roma hasta que en 1980,
restaurada ya la monarquía de los Borbones, su nieto Juan Carlos I hizo traer
su cuerpo a España para depositarlo en el Panteón de Reyes de El Escorial.
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